domingo, 26 de agosto de 2012

Regreso

Bien, regresas solo y de nuevo a tu lugar de costumbre. Sentado, atado a las imaginarias fuentes de inspiración y sabiduría que, según tú, existían y emanaban de una piedra. Bien, regresaste a tus piedras disfrazadas de demonios, de ángeles y sabios. Donde aterrizabas a tu melancolía y a la cabeza de un sueño que nunca merecía. A tus latidos rotos, a tus llantos desmerecidos e intocables. A tu limosna agria y dulce a las lágrimas pero no al sudor. Bien, regresaste triunfante de derrotas, alto y engreído de tus fracasos y redundante y eufórico a los gritos del dolor enmudecido. ¡Qué bien!, regresaste, y contigo trajiste la duda, el odio y el olvido que según tú y sólo tú desobedecían a la costumbre y te enorgullecía ser el dueño de todas ellas, de la inteligencia, de la razón y hasta de la verdad. Regresaste más derrotado que cuando te fuiste muerto atrás.
Ahora dime, ¿para qué has venido a éste lugar que te conoce como nadie? ¿Para qué vienes si es de aquí que has surgido al mundo, al mismo maldito mundo que tanto y tanto aborreces y deseas al mismo tiempo?. ¿Para qué vienes si es de aquí que la mierda de tu cabeza y tu corazón se enfrascan en esa lucha eterna, de sin razones? ¿A qué vienes, pues amigo? Si éste lugar te trae tantos malos sentimientos y te hace desear el mal que en vida no sabes dar.
Me das lástima. Y es una lástima porque el reflejo de tu rostro es el mismo maldito reflejo de mi rostro. Y ya no puedo callar más a tus labios, a tus llanto y tus sonrisas. Ya estamos cercenados y muertos en vida. Y ésta piedra, y éste lugar, lo saben.

Incitatus
(Agosto'12)
Imagen: internet