martes, 3 de mayo de 2011

El hueco de mi tumba


No me presenté como siempre
a la espera del destino.
De la vida, estaba muerto.

Eran las doce menos diez,
los pies cansados, lastimosos.
De nuevo, la tumba de mi alma.

Nada había ya en ese lugar vacío,
sólo todo yo y mis distancias.
También el hueco que imploraba un altar.

Tras de mí un sepulcro de horrores y santos,
junto, la huella de una gloria forzada.
Mi loza, la ausencia de un héroe nuevo.

Muerto otra vez me levanté como antes,
cogí mis glorias y alguna que otra herida.
Al suelo las lagrimas que de inmediato secaron .

No aprendí más que levantarme siempre.
Las derrotas insignificantes a mis roídas manos.
La victoria, un sueño infinitamente alejado.

El hueco de mi tumba exige un héroe,
un ser puro y lleno de logros, de fracasos.
Reclama la dignidad para ser honrado.

Mi espíritu sólo reclama luchas, y batallas,
la guerra que mis manos no han cerrado.
Mi alma, la entrega, la fortaleza para seguir andando.


Incitatüs
(Mayo'11)
Imagen: Fernando Vicente